domingo, 16 de noviembre de 2014

Los cartuchos de Khufu: Epílogo


Hemos presentado la teoría del fraude en la Gran Pirámide en el artículo anterior (en dos partes) de Scott Creighton, según el cual es muy posible que Howard-Vyse falsificara un documento histórico de tremenda importancia. Lo cierto es que a día de hoy sigue la polémica en torno a la autenticidad de estos cartuchos, lo que ha generado acalorados debates en Internet, especialmente en el foro de Graham Hancock. No es preciso señalar que para los defensores de la ortodoxia egiptológica, todas estas propuestas sobre el fraude de Vyse no tienen pies ni cabeza. No obstante, ya se han abierto nuevas grietas por las cuales sigue produciéndose un continuo goteo de datos y detalles sobre el caso que de alguna manera proyectan nuevas sombras sobre el proceder de Howard-Vyse. Así, los últimos argumentos de Creighton y de otros críticos se han centrado en determinados aspectos formales que antes se habían pasado por alto.

Facsímil del cartucho de Khufu, obra de J.R. Hill
El primero de ellos es la propia orientación de las inscripciones. En el diario de Vyse podemos apreciar que las reproducciones de los tres cartuchos hallados en la cámara de Campbell están en posición horizontal, mientras que los cartuchos reales están pintados en posición vertical. Esto podría ser una nimiedad, pero en el mismo diario de Vyse aparecen los dibujos de otros jeroglíficos tal y como están en su posición original en las diversas cámaras. Además, los dibujos facsímiles de las inscripciones realizados por J.R. Hill, colaborador de Vyse, reproducían exactamente la posición de los jeroglíficos desde el punto de vista de un observador de pie sobre la cámara. Sin embargo, en los facsímiles de los cartuchos de Khufu se producía el mismo error, esto es, la incorrecta representación horizontal. Para Creighton esto sería indicio de que Vyse vio el cartucho así representado (horizontalmente) en otra parte y lo copió tal cual en su diario, pero luego lo reprodujo en vertical en la mencionada cámara. Y como se desprende de ello, Hill tampoco habría dibujado sus facsímiles a partir de los cartuchos pintados en la cámara.

Posibles rastros de líneas de guía en el cartucho de Khufu



En segundo lugar, muy recientemente se ha reincidido en la falsificación de los cartuchos a través del estudio de determinadas fotografías a cierto nivel de detalle, en las cuales se apreciaría un posible patrón o cuadrícula previa pintada a lápiz sobre la cual se habría pintado el cartucho a fin de mantener las formas y proporciones correctas. Nuevamente aquí se ha discutido sobre la existencia de tales líneas y, en su caso, sobre el hecho crucial de si tales líneas están por debajo o no de la pintura ocre de los jeroglíficos.

En tercer lugar, algunas voces críticas siguen especulando con la posibilidad de que las marcas de cantera (o al menos algunas de ellas) no fueran realmente “de cantera” sino que hubieran sido realizadas in situ, lo que podría conducir a un escenario anómalo; esto es, a la posibilidad de que las marcas hubieran sido obra del equipo de Vyse y no de los antiguos egipcios. Los argumentos que sustentan esta visión, centrada en el cartucho de Khufu en la cámara de Campbell, se pueden resumir del siguiente modo:

  • El cartucho aparece en posición vertical, pero es plenamente visible en su totalidad, lo que es una feliz casualidad.
  • Parece haber un ligero efecto de compresión hacia el final, lo que vendría a ser obra de una mano poco experta en la escritura de signos.  
  • Cuando se gira 90º el cartucho y se ven los signos en posición horizontal se aprecia un ligero efecto de oblicuidad o inclinación. Esto no hubiera ocurrido de haberse realizado las marcas en la cantera, en posición horizontal (y luego, lógicamente, el bloque se habría dispuesto verticalmente en la cámara).
  • Las pinceladas de la escritura jeroglífica tienen alguna reminiscencia del estilo caligráfico victoriano (siglo XIX), circular y sinuoso.

Aparte de estos indicios –que hasta cierto punto podrían considerarse como algo rebuscado o especulativo– existen determinadas anomalías muy evidentes en los propios signos y que ponen seriamente en duda la teoría de la autoría en cantera: concretamente, la forma en que se pintaron el propio óvalo del cartucho y el jeroglífico con forma de tamiz (disco con rayas en su interior). Por un lado, vemos que el óvalo se pintó en sentido contrario a las agujas del reloj, empezando con línea gruesa desde la parte inferior derecha, hasta la parte inferior izquierda, en línea más fina, y no parece que se trate de un óvalo completo. Los dos extremos parecen acabar justo antes de la junta entre bloques, lo que resulta bastante raro si el cartucho se hubiera pintado en la cantera. En otras palabras, ¿qué sentido tendría comenzar y acabar el trazo del óvalo en el extremo distal y no en la base? Por otro lado, la parte inferior del tamiz está trazada con una línea muy fina, a diferencia de la línea del resto del círculo, que es apreciablemente más gruesa. Esto se debería a que sería muy complicado rematar el disco o círculo con una pincelada gruesa dado el espacio tan reducido y en ángulo en la juntura de los bloques, lo que impediría completar la pincelada adecuadamente.

Finalmente, cabe citar un episodio también relacionado con la famosa pintura ocre y que no ha hecho más que avivar la polémica. Este hecho, que sobrevive entre el rumor y el escándalo, se refiere a tres investigadores alemanes que supuestamente en 2013 habrían extraído sin permiso unas muestras de esta pintura para ser analizadas mediante moderna tecnología de datación. Robert Bauval desmintió esta historia[1], pero al mismo tiempo aseguró firmemente que alguien indeterminado había extraído esas muestras –dañando el propio cartucho– en algún momento entre julio de 2004 y diciembre de 2006. El autor anglo-egipcio sospechaba de un investigador alemán llamado Stefan Erdmann que habría visitado las cámaras en las fechas antes citadas y habría tomado estas muestras como elemento estrella para un documental televisivo. Sin embargo, Bauval no pudo ir más allá de las simples conjeturas.  

Cámaras de descarga sobre la Cámara del Rey
Y a modo de conclusión, Scott Creighton me reconocía en un correo electrónico que cada pieza por separado no probaba concluyentemente la perpetración del fraude pero que la suma de todas las partes sí permitía crear un escenario bastante sólido. En todo caso, decía, la prueba definitiva debe venir de los análisis científicos (químicos) de las propias inscripciones. En su opinión, tales pruebas han de realizarse de forma abierta y transparente para despejar todas las dudas. Con todo, enlazando con el último rumor antes mencionado, añadía lo siguiente (cita literal): “Personalmente, creo que [las muestras] ya han sido analizadas entre 2004 y 2006, dado que los fragmentos de pintura del cartucho de Khufu desaparecieron durante ese tiempo y nadie parece saber cómo y porqué sucedió.” A partir de aquí, él contempla la posibilidad real de que los resultados obtenidos tal vez no encajaran en la historia oficial y de ahí que no salieran a la luz.

Pero... ¿qué dicen los egiptólogos de todo esto? Aparte de las declaraciones oficiales, Creighton sugiere que quizás muchos de ellos no creen de verdad en la autenticidad de los cartuchos. De hecho, un amigo suyo egiptólogo (cuyo nombre ha quedado en el anonimato), después de leer su trabajo sobre Vyse, le hacía este comentario:

"…Tengo que mencionarte un problema, y es tu creencia de que los egiptólogos emplean el descubrimiento del cartucho por parte de Vyse como prueba de que la Gran Pirámide fue construida por Khufu. No sé con quién has estado hablando en este campo, pero nadie que yo conozca cree que el susodicho cartucho sea verdadero. ¡De hecho, la gran mayoría de egiptólogos saben bien que es una falsificación! […] (El fraude de Vyse) es un secreto a voces."

Por supuesto, habría que ver quién es esta persona y cuáles son sus credenciales, pues más bien parece que estamos ante la táctica de “tirar la piedra y esconder la mano” y lo cierto es que nadie más del mundo académico parece apoyar estas afirmaciones. No obstante, si existiera realmente esta convicción generalizada entre los académicos y se comentara sólo en privado a fin de mantener el statu quo, hablaría bien poco a favor de la honestidad científica de los egiptólogos.

En definitiva: ¿Tendremos algún día todas las claves y datos científicos sobre este asunto? Si es así, y las pruebas son contrarias a la versión académica, ¿se llegará a cuestionar seriamente la autoría de la Gran Pirámide e incluso su antigüedad? ¿De qué modo afectaría a la Egiptología el reconocimiento oficial de fraude por parte de Howard-Vyse? De momento todo sigue actual, al menos en apariencia. Veremos si las voces alternativas tienen la suficiente fuerza argumental para desafiar (y desacreditar) al paradigma actual en este tema.

(c) Xavier Bartlett 2014 

Crédito de imágenes: 1. Scott Creighton 2. Robert Schoch 3. Biblioteca Pléyades


[1] Véase http://www.grahamhancock.com/phorum/read.php?f=1&i=334576&t=334576

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